Han pasado más de 15 años desde que empezó esta andadura.
Más que una profesión se ha convertido en una devoción.
Me encanta la sensación de llevar a una novia emocionada hasta el "altar". Hay veces que creo oír latir su corazón, otras veces la sensación es de calma, pero todas, todas respiráis hondo cuando veis el lugar de la ceremonia con los invitados.
Esa es la señal de que ya está, llegó el momento.
Te recordaré que sonrías, porque los nervios a veces nos despistan, abriré la puerta al padrino y este a ti, recuerda ver la punta del zapatito para no liarte en el vestido, sal poco a poco para que te fotografíen, cuando estés fuera avanza un poco para poder colocarte la cola y el velo. Salvo que tengas damas o invitadas que te ayuden, lo cual sería lo mejor porque seguro van muy elegantes. Coge del brazo a tu padrino, hombros hacia atrás y baja un poco el ramo. Perfecta. Ahora al altar. Sonríe y ve despacio.
Todo esto será lo que te susurre, pero tú disimula, como si yo no existiera.
Pero ese inicio no es el único momento de emociones al límite que disfruto con vosotros. Vuestra salida de la iglesia en otro momento de gran emoción. Vuestras caras de felicidad, ese primer beso de casados, el primer brindis, ese amigo que grita como nunca "¡VIVA LOS NOVIOS!"... ese es otro de los momentos que veo y que tras lo que ha pasado dentro marca un antes y un después.
Seguimos con un paseo en nuestro Clásico, momento de relax y de comentar que guapo estás, como me temblaban las piernas, que vestido tan bonito, me encanta tu chaleco, vistes lo que pasó, quien vino, como un invitado hizo lo imposible por estar con vosotros,... Es el primer momento a solas que tendréis en todo el día. Aprovecharlo.
Llegamos al lugar del reportaje, es el mejor recuerdo tangible y para siempre que vais a tener vuestro como matrimonio. Y aquí jugamos un papel importante. Así que ponemos nuestra mejor cara y a lucirse junto a vosotros.
Afortunados de poder participar en tu boda y disfrutar de un poco de vuestra felicidad.